Decimos adiós a otro año. Y es momento de recordar todo
aquello que hemos vivido durante los 365 días del año 2012. Pero, desde luego,
es tiempo de mirar hacia delante. Hacemos promesas y nos proponemos retos para
una nueva vida. “Este año iré al gimnasio cada semana”, “Llevaré mis estudios
al día”, “Ahorraré para hacer un viaje este verano” y miles de ideas falsas que
nos imponemos y que nunca llegamos a cumplir. Y ¿por qué no desear que sea un
gran año sin el propósito de llegar a nada en particular? Simplemente, eso,
disfrutar de este 2013.
Propongo que todo lo que hagamos lo hagamos con pasión, con
ganas y mucho amor. Sin pensar en el resultado, solo disfrutando de ello.
Deseo, además, que este año volvamos a confundirnos cientos de veces, que lloremos
de rabia, que se rompan nuestros planes; pero que aprendamos de todo esto y que
valoremos al máximo los momentos en los que alguien nos sonría o nos de la
enhorabuena.
Y ¡qué bonito es decirlo ahora cuando parece que empezar es
sencillo y creemos que todo nos saldrá tal y como esperamos! Cierra los ojos y
piensa lo mal que nos ha ido este año: muchas personas han muerto injustamente;
miles de empresas han cerrado, incluso las que menos imaginábamos; familias
enteras están en el paro y no tienen un euro para comprar un cartón de leche… Pero
ahora date cuenta de lo que hemos hecho para que todo eso no ocurra de nuevo,
para evitarlo y para luchar por nuestros derechos. ¿No se te ponen los pelos de
punta al pensar toda la gente que se ha unido en Sol? Han olvidado sus
diferencias y se han dado cuenta de que juntos pueden cambiar esta situación.
¿O cómo se movilizó España por la muerte de las cinco chicas en el “Madrid
Arena”? Me emociona pensar que existen hombres
y mujeres con deseos de cambiar el mundo y con ansias de ayudar a los demás.
Y ¿qué mejor manera de comenzar el año? Pidiendo a todos que
luchemos por lo que deseamos, que vivamos al límite y que amemos, por encima de
todo. Que ante épocas de dificultad, saquemos nuestra mejor sonrisa y tiremos
para adelante. Y que nunca nos rindamos porque si no ponemos nosotros solución,
¿quién lo hará?
Así que solo me queda decir que paséis un feliz 2013 y que
lo hagáis con la cabeza bien alta, recordando que nunca hay mal que por bien no
venga. Dejaos sorprender por los pequeños detalles y no dejéis de creer en
vosotros. Año nuevo, sonrisa asegurada.